El cerebro es capaz de procesar sonidos incluso cuando estamos durmiendo.
Son varios los factores que influyen en la manera en que el sonido afecta al sueño: Si se trata de un sonido intermitente o continuo, el volumen del sonido, el tipo de sonido y la relevancia del ruido para la persona, son algunos de estos factores.
Algunos sonidos pueden resultar disruptores y otros sonidos pueden resultar agradables y ser inductores del sueño. El ronquido es uno de los sonidos que suele resultar desagradable, siendo capaz de interrumpir el sueño de la pareja de cama.
En general, el ruido ambiental tiene un impacto sobre el sueño, haciéndolo más superficial, suprimiendo el sueño profundo y el sueño REM e incrementando los despertares.
Aunque con varios días expuesto a un ruido, se produce habituación, sin embargo, la percepción subjetiva no siempre refleja esa habituación.
Los tapones de oídos y las máquinas de ruido blanco ayudan a mitigar el ruido, contribuyendo a mejorar la calidad del sueño.